El Sur interrumpe el paisaje y el horizonte de la Escuela
Por: José Camilo Vásquez Caro, director del Departamento de Humanidades e Idiomas de la Universidad Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito.
Por: José Camilo Vásquez Caro, director del Departamento de Humanidades e Idiomas de la Universidad Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito.
Este texto está compuesto por varias capas y está atravesado por diversos momentos que conducen a “el ahora” de este narrar. Por tal motivo, le pido al lector paciencia y que me permita tejer y compartir esta composición sumergida en el ir y el venir del tiempo. Voy a abordar el espacio de exposición El Sur, el colectivo artístico Del Otro Mundo, y la exposición Bananality Republic of Evil.
Para empezar, hablaré un poco de la historia y cómo la pensamos y relatamos. No puedo evitar evocar al historiador británico Eric Hobsbawm en esta introducción y destacar su forma de leer el pasado y el presente desde acontecimientos estructurales; acontecimientos que, a mi forma de ver, atraviesan varios planos, momentos y problemáticas. Y claro, el peso de si es estructural o no lo da la lectura y la interpretación de lo acontecido, lo que muchos llaman el contexto y el lugar de enunciación de quien elabora el discurso.
Vuelvo a la primera línea de este texto y al señalar capas y momentos estoy de cierta manera anticipando que el acontecimiento estructural estará presente acá. Escribo en agosto de 2024, pero esta historia no arranca en este momento preciso; de hecho, data de casi una década atrás, cuando el artista y profesor Felipe Rodríguez nos empezó a contar, a Roberto Palomino, director del Departamento de Humanidades e Idiomas en ese momento, y a mí, profesor adscrito del departamento, la idea que tenía. Se buscaba fundar desde la Escuela una revista de arte con un enfoque interdisciplinario. En ella se fomentarían, se articularían y se crearían espacios de discusión y crítica desde diversos lugares de enunciación, campos y disciplinas. Nació así el proyecto editorial CARMA, que hoy en día ya ha publicado tres números, decenas de artículos, obras y fotografías, contenidos en cientos de páginas impresas y digitales que han circulado por lugares muy lejanos y muy cercanos, creando así vínculos con diversas instituciones y personas. Hoy CARMA es una realidad, un espacio de diálogo, de crítica y de divulgación.
Fue en esas diversas conversaciones donde también surgió el tema de los espacios de exposición artística y su cercanía geográfica a la Escuela. En cierto sentido, nuestra comunidad no tiene un acceso tan inmediato a espacios como galerías, museos, centros culturales, etcétera, como otras comunidades universitarias ubicadas por el centro de la ciudad o zonas aledañas a éste. Ahora, que dichas comunidades aprovechen o no es un tema aparte. Esta situación de ubicación geográfica y acceso a espacios culturales inquietó mucho al profesor Felipe y de ahí, de esa incertidumbre y ese cuestionar, surgió la idea de crear un espacio de exposición en la Escuela.
Muchos años después, frente al costado occidental del Bloque F, yo habría de recordar esa remota reunión en la que hablamos los tres sobre el problema del acceso a los espacios culturales. Estábamos ante unos containers y Felipe nos explicaba cómo estos se podían adaptar para ser espacios de exposición. Poco a poco el espacio se fue adecuando. Personalmente, me encantó el balance entre un espacio de exposición con fines artísticos, de crítica, y la subjetividad y el objeto de transporte masivo, cuadriculado, óptimo, frío, cerrado, bien estructurado y fuerte que es el container. Lo que estoy describiendo es EL SUR, ese espacio creado para exponer y brindarle a nuestra comunidad y a la ciudad experiencias artísticas que evocan preguntas y forman el pensamiento crítico.
Cuando pasen, entonces, por el camino que colinda con los laboratorios y conduce a las canchas y a El Otoño, miren a su derecha y verán el aviso de EL SUR. Este espacio está ahí, pero no es estático; me atrevo a decir que es orgánico. Precisamente por ser un espacio de exposición vivirá cambios constantes y en él se encontrarán múltiples miradas, interpretaciones e ideas. EL SUR es un punto de encuentro dinámico que no expondrá una sola idea o verdad, sino que, al igual que CARMA, será un escenario de diversas conversaciones, diálogos, discusiones y cuestionamientos.
La primera exposición que se montó en El Sur fue Bananality Republic of Evil, elaborada por el colectivo Del Otro Mundo, integrado por los artistas bogotanos Jorge Sarmiento y Felipe Rodríguez. En junio de 2024, el colectivo nos invitó al lanzamiento de la exposición e hicimos un recorrido guiado. Sin duda, la exposición exige un espectador atento y abierto y el recorrido guiado ayudó mucho, pues nos puso en contexto. Allí tuvimos una introducción a diversos temas, entre ellos una mirada a la obra de Hannah Arendt, a la noción de trabajo y ocio, a lo que puede contener una bandera, a la creación de un personaje (ficticio) que viene de otra dimensión a instalarse en el container, a la noción histórica y contemporánea de una república bananera, a la idea de consumo, entre otras.
Ahora bien, mi propósito acá no es describir la exposición, aunque algo debe contar de mi percepción. Mi objetivo es compartir algunas de las preguntas e inquietudes que me quedaron después del recorrido que hice, enfocándome en objetos particulares. La exposición estaba ubicada tanto dentro como fuera de los containers, sin limitarse a un solo tipo de espacio. El primer container daba la impresión de ser una oficina, como ocurre en las obras de diversas industrias. Sin embargo, adentro había objetos que, a primera vista, podían parecer cotidianos, estaban intervenidos y nos invitaban inmediatamente a la reflexión y el cuestionamiento. El container oficina me pareció una especie de obra que contenía obras más pequeñas (en tamaño, no en ideas). En este sentido, el container espacio de exposición también puede ser interpretado como un objeto artístico intervenido.
Otro objeto que me llamó mucho la atención fue el libro Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal, escrito y publicado por Hannah Arendt en 1963, que en la exposición aparecía atravesado por cuchillos. Me detengo acá porque hay que destacar que el texto de Arendt está presente parcialmente en el título de la exposición. Banality of evil (banalidad del mal) aparece en Bananality Republic of Evil, como una especie de fusión de letras entre palabras y conceptos. Encontramos la República Bananera (Banana Republic) y banalidad del mal (Banality of evil). Ver un libro atravesado por cuchillos fue algo muy fuerte, pues soy bibliómano y lector. Pero, más allá del libro, también estaba la crítica al mensaje que dio una exreina de belleza sobre convertir libros en portacuchillos. Hay capas para analizar este objeto intervenido y esas capas dependen del marco que tenga el propio espectador. La lectura y la crítica varían según el lugar de enunciación del espectador. En un mismo libro se encuentran los temas propios de estudio del libro, los problemas que están ahí presentes, y se complejiza la situación con el atravesar de los cuchillos y el polvo de ladrillo.
Por último, mencionaré la colección de camisetas intervenidas y la toalla de VZLA con el logo de Pepsi. Estos objetos cotidianos están atravesados por nociones de tiempo y de ocio. Camisetas de equipos deportivos o que recuerdan destinos de vacaciones, la toalla para la playa, todas evocan ese horizonte en el tiempo que para muchos son las dos semanas de vacaciones y descanso. Y bien, las intervenciones me hicieron pensar en la compensación medida en días después del trabajo, el “laburo”, el esfuerzo, el estudio, entre otras. Queda la duda en la proporción de tiempos invertidos e irrecuperables con la compensación del horizonte de las vacaciones en la playa.
Volví a la exposición otro día, esta vez como con mi “camiseta” de profesor, acompañando a mi curso de Estética y Cultura. Fue maravilloso poder salir del salón, desplazarnos a un espacio diferente y recorrer una exposición sin pensar si el tiempo era suficiente. Habíamos coordinado una visita guiada con el colectivo y esto hizo que el recorrido fuera aún más especial. Tal vez lo que más nos quedó sonando a todos fue la invitación de los artistas a cuestionar, a hacernos preguntas sobre objetos y sus posibles significados e interpretaciones. La clase no se quedó en el espacio. En el recorrido, mis estudiantes tuvieron que hacer un archivo fotográfico de las obras para luego discutirlas y exponerlas en el salón de clase. Y en este sentido, estas obras desbordaron el espacio de exposición y entraron a ser parte de las discusiones del aula. Durante la siguiente sesión de clase las retomamos y propusimos posibles significados, ideas e interpretaciones.
Al inicio señalé que este escrito tenía capas, como el acontecimiento estructural, y por eso creo que me puedo aproximar a este acontecimiento artístico y cultural desde la historia. Estamos ante un momento histórico, ante un acontecimiento estructural para nuestra comunidad, dado que se le otorga un espacio y un lugar al arte como disciplina en la Escuela. Espero que en este espacio se empiecen a articular y tejer ideas desde y con el arte con toda la comunidad. Obvio, hay y habrá reacciones diferentes ante las exposiciones y las obras, pero detrás de esas reacciones también está la invitación a cuestionar y dialogar y a permitir abrir diferentes horizontes y aproximaciones.
Al escribir estas palabras ya se cerró y desmontó la primera exposición. El 11 de septiembre se inauguró la segunda exposición, Haceleracionismos, y así llegaron nuevos artistas con sus obras y propuestas al espacio de EL SUR.