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TAIWÁN

Taiwán: un viaje de aprendizaje, cultura y transformación

El próximo 5 de marzo, el profesor Miguel Fernando Montoya Vallejo compartirá con la comunidad de la Universidad Escuela Colombiana de Ingeniería su experiencia académica en la Universidad Ming Chuan, en Taipéi. Lugar: Bloque A, salón 301. Hora: 10:30 a.m.

Por: Escuela Colombiana de Ingeniería

Para el profesor Fernando Montoya Vallejo, ingeniero mecánico y docente de la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito, fue inesperado que un correo electrónico transformara el rumbo de su año.

En 2024, sin previo aviso, la Oficina de Relaciones Internacionales (ORI) de la Escuela les presentó a los profesores de ingeniería una oportunidad que parecía llegada del cielo: una beca para asistir a un curso de impresión 3D ofrecido por International Cooperation Development Fund (ICDF). "Nunca lo tuve en mi radar, ni en sueños", cuenta con una sonrisa de gratitud. "Simplemente llevaba mi vida hasta que este mensaje llegó y todo cambió".

"La Embajada de Taiwán invitó a la Escuela a nominar a un profesor, y la Vicerrectoría Académica, junto con la Unidad de Gestión Externa (UGE), convocaron a los docentes de programas específicos que cumplían con los requisitos para postularse. El profesor Miguel participó en el proceso de selección, y la Escuela lo presentó como su nominado. Para orgullo de todos, fue seleccionado entre los candidatos de todo el país", explicó Ana María Camargo, Coordinadora de la ORI.

A pesar de ser un experto en su campo, con un Ph. D. en ingeniería mecánica y una sólida trayectoria profesional, esta oportunidad le ofrecía algo que ya conocía, pero en una dimensión mucho más avanzada: la tecnología de punta que solo Taiwán podía ofrecer.

Lo que comenzó como una oportunidad académica se transformó en una experiencia profesional, cultural y personal que no solo impactó su carrera, sino que también le abrió un mundo de nuevas perspectivas.

El curso, la tecnología y el desafío

El programa de formación en la Universidad Ming Chuan era claro: aprender sobre impresión 3D mediante el software SolidWorks, un entorno con el que Montoya ya estaba familiarizado gracias a su experiencia en ingeniería mecánica. Sin embargo, algo lo sorprendió gratamente, y no fue el contenido técnico, sino la infraestructura y el acceso a tecnología de vanguardia.

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"En el laboratorio había 15 máquinas de impresión 3D, y no eran de cualquier tipo, sino modelos avanzados, como las de tipo delta y las cartesianas", comenta. Y agrega: "Taiwán es un país con altos estándares tecnológicos, eso está claro. En Colombia, tenemos el conocimiento y la capacidad para hacer prototipos y trabajar con estas tecnologías, pero tener acceso a una máquina propia marca una diferencia enorme".

Esta disponibilidad de herramientas no es un lujo, sino una práctica común en Taiwán, un país líder en el desarrollo y la manufactura de tecnología avanzada. Para Montoya, el acceso a estas máquinas transformó la experiencia educativa y demostró cómo la infraestructura puede potenciar el aprendizaje. "El hecho de que cada estudiante tenga su propia máquina facilita la creatividad y la experimentación. Aquí, en la Escuela, nos esforzamos con lo que tenemos, pero allá no hay limitaciones", afirma.

Más allá del aspecto técnico, algo que también impresionó a Montoya Vallejo, un académico con una marcada formación ingenieril fue la integración de otros participantes en el curso de diversas disciplinas, como electrónica, arquitectura, física e incluso arqueología. Esto le brindó una visión más holística sobre el impacto de la impresión 3D en distintos campos.

Un vistazo cultural que transformó su perspectiva

Aunque el curso fue relativamente sencillo en su enfoque técnico, ya que Montoya Vallejo era experto en diseño mecánico, la aplicación práctica fue reveladora. La experiencia le permitió enriquecer la formación de sus propios estudiantes en Colombia. "Desde que regresé, hemos podido mirar de otra forma la fabricación de prototipos para proyectos como las turbinas eólicas. La impresión 3D es y seguirá siendo una herramienta fundamental en los proyectos que desarrollamos aquí", explica.

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Además, planea ofrecer un curso de formación para los técnicos de la Escuela, con el objetivo de enseñarles a utilizar SolidWorks y familiarizarlos con la fabricación digital, un conocimiento hoy indispensable para mantenerse al día con los avances.

El curso de impresión 3D fue solo una parte del aprendizaje. Durante su estadía, Montoya Vallejo también tuvo la oportunidad de conocer la cultura taiwanesa, de la cual quedó profundamente impactado. "Taiwán tiene una historia increíble. Hace 50 años era una isla pobre, conocida por ser el 'basurero' de Asia, y ahora es una de las mayores potencias tecnológicas del mundo", reflexiona.

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Esta experiencia también le enseñó sobre el valor de las oportunidades fugaces y la importancia de estar siempre preparado. "Las oportunidades llegan cuando menos lo esperas. Hay que estar siempre dispuesto a aprovecharlas. No hay que dudar de uno mismo", enfatiza Montoya, quien destaca la importancia de dominar el inglés y salir de la zona de confort para acceder a oportunidades internacionales.

Para él, este viaje también fue una lección sobre el poder del trabajo y la resiliencia. "El progreso de Taiwán es un ejemplo de lo que se puede lograr con visión, disciplina y esfuerzo", dice, recordando su visita a la Universidad Nacional de Taiwán, donde conoció una impresora 3D que utiliza un celular como fuente de luz. "Eso me sorprendió enormemente y me hizo pensar en las posibilidades de adaptar esta tecnología para zonas rurales o remotas de Colombia".

Un viaje transformador

El viaje a Taiwán, que Montoya define como una "bendición llegada del cielo", le brindó mucho más que conocimientos técnicos. Fue una experiencia transformadora, tanto en lo profesional como en lo personal. Regresó a Colombia con nuevas ideas, perspectivas y un renovado sentido de gratitud por las oportunidades que la vida le ofrece.

"A veces, las oportunidades no llegan cuando uno las espera. Hay que estar preparados, aprovecharlas y, sobre todo, aprender de cada momento. Este viaje me enseñó que siempre hay algo nuevo por descubrir", concluye Montoya.